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3/9/12

¿Por qué no estás escribiendo? ¿Cuál es tu excusa?



Yo sé por qué no estoy escribiendo tanto como debería. Mi hija acaba de nacer y mi mundo es un remolino, tengo tantas preocupaciones (de las buenas) que Escribir bajó varios peldaños en la lista de prioridades. Antes tampoco estaba en el tope, pero al menos formaba parte mis tareas diarias ineludibles.

Sigo escribiendo, pero no tanto como tenía planificado. A principios de 2012 grité a los vientos digitales que escribiría tres novelas, sí, tres, antes de terminar el año. Estamos comenzando septiembre y tengo una novela a la mitad, otra en un tercio y la tercera todavía es un outline que debo revisar usando la estructura de los siete puntos, porque no me convence tal como está ahora.

¿Qué pasa si no cumplo con las tres novelas antes del 1 de enero de 2013? Pues no va pasar nada, salvo que tendré que hacer una declaración pública explicando que soy un papanatas y que mis cálculos estratégicos fueron un fracaso. ¿Qué ocurre si en cambio solo termino una? Un tercio es mejor que nada, pero igual no habré cumplido con mi promesa. Es un desafío conmigo mismo, llevo años luchando contra mi propia incapacidad de terminar los textos que comencé, aunque sea para ignorarlos en el futuro.

Pon tu mente a trabajar sobre este cálculo feliz: si escribo mil palabras diarias, algo así como una carilla y media en espaciado simple, entre escritura, reescritura y edición, son 365 mil palabras en un año. Una novela estándar tiene alrededor de 80 mil. ¿Me sigues? Es un cálculo espeluznante. Si una persona escribe mil palabras diarias durante un año, habrá escrito tres novelas completas de 80 mil palabras cada una, incluyendo reescrituras y ediciones posteriores de cada borrador. Mil palabras diarias son siete mil palabras a la semana. Suena razonable.

Pero es un cálculo para nada realista. A no ser que seas un profesional de esos que tienen un contrato con una editorial y estés obligado a entregar equis páginas cada semana, o de verdad seas una persona con fuerza de voluntad súper-humana.

Parto de la base que en Chile nadie vive única y exclusivamente de los ingresos que se producen por las ventas de lo que escribe. L@s grandes escritores de vitrina chilenos tienen negocios paralelos, anteriores a su éxito como escritores o como resultado de ese éxito. Son gente inteligente, por algo son capaces de escribir tremendos textos que se destacan. Por supuesto que son empresarios, de una u otra manera. No me cabe duda.

Los que tenemos un trabajo diurno en horario de oficina y que nuestro trabajo no es escribir novelas, pues tenemos que apropiarnos de cada hora suelta que hay disponible en la semana para avanzar con ese proyecto de novela que parece no tener fecha de caducidad.

Es una excusa tan mala como la que se te ocurrió cuando leíste el título de este post. Debería estar escribiendo, debería considerarlo un trabajo que me provee de algún grado de satisfacción, no necesariamente traducible en dinero. Debería exigirle a mi entorno que me permita escribir en algún momento de la mañana y que esa hora no es para libre disposición de otra persona. Debería procrastinar menos, y tú también.

Yo escribí este artículo. Algo es algo. Y tú deberías estar escribiendo. No hay excusa si tienes tiempo para leer esto. Leer mi blog es una buena idea. Pero vamos, tío, escribir es mucho mejor.

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